No. Esta vez no quería verlo. Esta vez... no tenía especiales ganas de hablar con él. Supongo, que hay momentos mejores para encontrármelo, y otros motivos por los que pueda visitarme.
Intenté cerrarle la puerta en las narices. Intenté impedir que entrase. Pero... él nada más puso su pie para evitar que la puerta se cerrara. Apenas hizo nada más. Y... por más esfuerzos que hiciera yo, no podría evitar que entrase en mi casa, como muchas de esas tantas veces que ya lo había hecho.
Supongo... que una simple mortal no puede luchar contra un dios.
(Nos volveremos a ver, viejo amigo).
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